Dudo mucho que haya tenido más ganas de escribir jamás, y
demasiado he esperado a coger el lápiz y ponerme manos a la obra. Esta no es
cualquier reflexión.
Me encuentro encerrado en un coloso de hierro y hormigón,
atrapado en la casi infinita red del turismo, y la atracción de las personas a
la costa, como peces que anhelan la mar día tras día, esperando al verano para
escapar de su rutina terrenal. Viviendo la tranquilidad de la presión y la
lentitud de la rapidez del tiempo, la soledad se agrava en la más grave
sociedad de nuestro tiempo. Esto me permite reflexionar, y escribir más o menos
algo que se pueda leer. No es mi afán hoy el de deleitaros con una selección de
metáforas y frases largas, lo poco que haga, ha salido solo, y tan solo en un
impulso para poder describir mi mente ahora. Esto de encontrarme a mí mismo, no
sé si resultara tan fructífero como yo espero. Me doy cuenta, con el paso del
tiempo de multitud de cosas que tal vez no debería de aprender. Es difícil
dejar que la mina del lápiz haga tu trabajo; es una gran mierda, tal vez por
eso soy escritor, o un intento de ello.
Quiero dejar claro una cosa. Desde lo más profundo de mi,
comienzo a tener una gran repulsión y asco a mi propia obra, gracias al punto
de vista erróneo que tenéis de esto. Lo que leéis no es un blog, joder. He
estado convirtiendo mi basura, en basura asquerosa que dar de comer. Siento
mucho que os haya complacido comeros la multitud de pinos que he plantado con
tanto cariño. A partir de esta entrada, tenéis dos opciones, sencillas y bien
contrastadas, blanco o negro.
Deja esto, tirado, es la más inteligente y la que todo el
mundo hará. Yo ni siquiera me daré cuenta, y tú podrás dedicarte a otras cosas
mucho más interesantes.
La otra, pierde un poco el tiempo, en leer lo que un puto
adolescente, en proceso de convertirse en una mierda de escritor fracasado deja
con su mayor sentimiento.
Pero si lo hacéis, tened en cuenta que no leéis el ñoño y
jodido blog de pacotilla, que trata de una basura de mundo utópico lleno de
maricones, igualdad, mariposas de colores, fraternidad y mas maricones.
Se acabo. La primera regla es simple. Esto no es un blog. Es
mucho mas asquerosos que eso; llamadlo diario de bitácora, aunque es diario de
mi vida. No toméis esto como un antes y un después, no es con esa intención.
Tan solo comienzo a descubrir las trazas del gran dibujo de mi vida.
Si leéis esto y sois nuevos, bienvenidos a esta sucia
taberna. Pisad las cucarachas y limpiad un poco el polvo. Dejad a los
murciélagos del techo, no suelen comer personas. Esta permitido escupir, cagar,
mear, vomitar o masturbarse en el suelo, haced lo que queráis mientras paguéis
y sigáis dentro de este antro infernal. Y por supuesto, probéis mi cerveza y
deliberéis su sabor.
Para los que si me leéis desde hace algún tiempo, os digo
que después de tanto tiempo, desde el artículo de Dia
D: "Desembarco en la vida real", he intentado descubrir la
verdad, la verdad sobre Diego y todo lo que le rodea.
El camino es largo y complejo de atravesar. Pero en
realidad, después de tantos meses ¿Quién coño es Diego? Ese ser misterioso que
materialicé. Incluso con la ayuda de mi amigo, me siento incapaz de escribir
todo lo que siento, como si estuviera castrado, es imposible de explicar esto a
la perfección. Ahora la línea que debería de estar recta e impoluta, se tuerce
haciendo pequeños montículos irregulares y rompiendo su equilibrio.
Ha ocurrido, después de tanto tiempo, por fin ha pasado. ¡Boom! Ha explotado. Parece que la dinamita que puse en este muro de Berlín ha hecho reacción; se han roto los barrotes férricos de su jaula. Diego por fin está libre de su prisión, de su celda de objetivismo humano. Si antes lo veía como una ilusión en la lejanía, como si no fuera conmigo, ahora está más cerca de mí que nunca. Lo que es Diego para mí, comienza a convertirse en realidad, y no es quien yo creía, es mucho peor.
No tengo cabida en esta cloaca de ratas subnormales, eso
diría Diego. Es como nadar en mierda, mierda diluida que se te pega a la piel,
una suciedad persistente, una peste y un rastrero de enfermedades innombrables
que te acompañan mucho más allá de donde vas. Esta creado de odio, normal que
piense eso.
La pregunta aun divaga en mi mente, y tal vez en las
vuestras si seguís leyendo. ¿Quién cojones es Diego?
Pues bien, aquí está mi parada de reconocimiento, mi
recuento de víveres y ganancias en este viaje. Y he descubierto que por fin
casi alcanzo a saber quién es Diego. Y no es fácil llegar a este punto.
Cualquiera que hasta este momento, haya pensado que Diego es
mi parte oscura o mi parte indeseada, está muy equivocado.
Diego es la parte con la que lucho y combato día a día; no
nació Diego y lucho conmigo, lucho conmigo y después lo hice nacer, tan solo
tenía que verlo y afirmar que “existía”. Y durante mucho tiempo transcurrido,
me he dado cuenta de que su ficción me había permitido retenerlo y manejarlo a
mi antojo. Cuando se hizo realidad, pensaba que había cogido las riendas de mi
vida, pero solo estaba jugando, no estaba demostrando ni la cuarta parte de su
potencial. Ahora creo que muestra casi la mitad, y me tiene bien cogido por los
cojones.
Hasta este punto, he llegado. Desde aquí, parto hoy y lo que
haga o deje de hacer Diego conmigo, es totalmente desconocido. Pero para Diego,
esto no es tan divertido como me lo parece a mí.
Diego sufre mucho, sufre como nadie, de hecho su padre es el
sufrimiento y el dolor. No tiene elección en el ser o no ser; él no es, y
“vive” con este hecho. Es superior a mí, es mucho mejor que yo, pero en
realidad soporta cosas horripilantes, situaciones espeluznantes con criaturas
de ensueño en una cúpula de pesadilla inagotable. No desearía a nadie ser
Diego. Diego no es mi interior malvado, sino mi hemisferio oculto. Diego son
las cosas de las que me avergüenzo y las que él no importa ser. Vive
tranquilamente atormentado. El reparto idóneo, el equilibrio perfecto, jamás
llegara. Todo racional, será aburrido, todo liberal, será desastroso. Es mucho
más difícil de lo que pienso y mucho más fácil de lo que pensáis.
Esta no es mi mejor reflexión escrita ni redactada, pero si
una de las más importantes para este diario y para mi vida. He roto con las
metáforas, esto no es un blog. Es un diario de mi mierda y aquí publico mis
mierdas.
Esta reflexión es la verdad, o al menos parte de ella. ¿Quién es Diego?
Ya lo he dicho, no quiero
volver a repetirlo.
Diego, soy yo.
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